Convento de Santa Ana, volumen 1. Contexto histórico y fachada (plaza Santa Ana, 2). Aquí existió, al menos desde el siglo XIV, una ermita dedicada a Santa Ana, madre de la Virgen María. Será a finales del siglo XV cuando se funde un cenobio femenino de la orden Dominica en torno a aquella ermita primigenia, misma comunidad que sigue ocupándolo a día de hoy. En el siglo XVIII, el florido siglo de oro murciano, ante la obsolescencia del anterior templo se edifica la iglesia actual, en estilo Barroco.
Popularmente conocido como las ‘Anas’ está compuesto por la iglesia, que es visitable, y el convento de clausura, amalgama de edificaciones de varias épocas, que lamentablemente no se puede visitar. Allí dentro existe un huerto conventual más grande que una catedral, regado aún hoy por la acequia Mayor Aljufía, ¡ojalá poder visitarlo algún día!
En el lado este de la plaza observamos la asimétrica portada del convento, que es sobria, en ladrillo visto, destacando un gran escudo de la orden Dominica, y los bellos detalles en torno a los huecos de las ventanas. En el lado norte de la plaza, protagonista indiscutible, la portada de la Iglesia (la de la foto), con pilastras corintias flanqueando un arco de medio punto coronado con el escudo de las Dominicas, sobre el cual, un segundo cuerpo contiene una hornacina con las imágenes de Santa Ana y su hija, la Virgen María niña.
El interior de la iglesia es tan sumamente exquisito y especial, que tendrá su propia entrada en este blog.
Ojalá algún día, en la acogedora plaza de Santa Ana, se pueda observar el conjunto sin tener que esquivar el circo de carpas de terrazas de hostelería que la ocupan casi en su totalidad. Yo digo sí a los cascos históricos con vida, con bares y con terrazas, ¡pero con un poquito de respeto a los entornos monumentales que nos quedan!