Catedral de Santa María, volumen 14. Capilla del Baptisterio (plaza del Cardenal Belluga, s/n), es una de las más impresionantes, y curiosamente poco conocidas, capillas de nuestra Santa Iglesia Catedral. Se llevó a cabo a mediados del siglo XVI, siendo dirigidas las obras por el gran arquitecto renacentista Jerónimo Quijano, el maestro mayor de la Catedral, mismo autor al que le debemos otras joyas como el segundo cuerpo de la torre catedralicia, la puerta de la antesacristía, o parte de la capilla de Junterón.
De un estilo con fuerte influencia italiana, fue fundada en el siglo XVI como capilla funeraria dedicada a la Virgen del Socorro, por el canónigo Jerónimo Grasso. Posteriormente, fue utilizada como capilla bautismal, donde los fieles recibían este sacramento (por eso es conocida como ‘del Baptisterio’, o ‘del Bautismo’), hasta 1908, año en el que la catedral deja de ser la parroquia de Santa María. De ahí que la pieza mueble más destacable sea la enorme y bella pila bautismal, de origen italiano, ubicada en el lado derecho de la capilla.
Su espectacular bóveda de piedra ricamente decorada, ha sido en ocasiones comparada con la famosa bóveda tórica de la capilla de Junterón (¿le veis un aire?). Además, destaca sobremanera el precioso retablo central labrado en mármol blanco de Carrara, del escultor genovés Juan de Lugano, dedicado a Nuestra Señora del Socorro. Se representa a María como defensora del niño que tiene bajo sus faldas, portando en su mano un cetro con el que va a derrotar al demonio, que aparece vencido a sus pies. ¡Un grupo escultórico genial!