San Francisco de Borja (¿Nicolás de Bussy? ¿Nicolás Salzillo?, h.1695. Museo de Bellas Artes de Murcia). Formando hoy parte de la colección que se expone en el MUBAM, esta pieza maestra de la escultura murciana fue encargada por la Compañía de Jesús para formar parte de una de las capillas de la iglesia del antiguo Colegio jesuita de San Esteban. Tradicionalmente atribuida al insigne escultor estrasburgués Nicolás de Bussy, sin lugar a dudas, el más importante artista imaginero de finales del siglo XVII en el Reino de Murcia y alrededores, los últimos estudios apuntan, sin embargo, a una autoría del escultor Nicolás Salzillo, padre del genio barroco Francisco Salzillo.
La escultura representa a la perfección la iconografía asociada a este importante santo jesuita, en un diálogo directo con la muerte. La emperatriz Isabel de Portugal a quien Francisco de Borja (duque de Gandía y virrey de Cataluña) servía, muere con solo 36 años de edad. Esta muerte causó una impresión muy profunda en el santo, quien fue el encargado de organizar la comitiva que escoltó el cuerpo de la Emperatriz hasta su tumba en la Capilla Real de Granada, donde sería sepultado. Al ver descompuesto su rostro (representado por la calavera coronada), de quien era considerada una de las mujeres más bellas de su tiempo, dijo: “Nunca volveré a servir a señor que se me pueda morir”. Abandonó la vida cortesana e ingresando en la Compañía de Jesús, se convirtió en predicador itinerante hasta llegar a convertirse en Padre General de toda la orden.
Su inefable expresividad dramática y su conmovedor realismo, sumado al rigor en la técnica que refleja su traza, la hacen ser una de las piezas escultóricas más importantes no sólo de este museo, sino de todas las colecciones de arte murcianas.