San Pedro Arrepentido (Francisco Salzillo y Alcaraz, 1780, iglesia parroquial de San Pedro Apóstol).
Obra de madurez del genio (quien morirá en 1783, sólo tres años después) esta dramática escultura representa el momento del lamento arrepentido del Apóstol, cuando recuerda la predicción de Jesús: tras el prendimiento, negaría haberle conocido tres veces antes del canto del gallo de la mañana siguiente.
Encargado para presidir el camarín del barroco retablo mayor diseñado unos años atrás por el retablista Nicolás de Rueda, esta imagen no fue concebida para procesionar, de ahí su enorme tamaño. La vasta roca sobre la que se asienta el santo, sumada al virtuoso trabajo de los pliegues de las túnicas, conforman una armoniosa composición piramidal llena de movimiento. La veracidad del sufrimiento en su rostro lleno de lágrimas y la genial manera de representar su senectud, son dos más de las razones por las que esta obra se considera indiscutiblemente maestra.
Es curioso observar al San Pedro de Salzillo en otras obras de la Semana Santa murciana: es fácilmente reconocible con su icónico brazo apuñando espada a punto de cortar la oreja de Malco en ‘El beso de Judas’, también sentado a la mesa en la ‘Santa Cena’ o plácidamente dormido mientras el Ángel arropa a Jesús en la ‘Oración en el Huerto’. El ‘Arrepentido’ es el protagonista de la procesión de la Esperanza de cada Domingo de Ramos, la cual llena de verde las calles de Murcia.