El palacio del Vizconde de Huertas (Jardín de Santa Isabel, s/n) fue levantado por una de las ramas de la influyente familia Saorín, los cuales ostentaban el vizcondado de Huertas. Los Saorín no sólo poseían esta casa principal, sino otras como la situada en la plaza de Cetina, o la destacada casa-torre con explotación agrícola en la zona de Churra y Cabezo de Torres.
Este palacete lo construyeron a finales del siglo XVIII, muy próximo al convento de las Isabelas, el cual, debido a las Desamortizaciones del siglo XIX, se derribó, surgiendo en su solar la plaza que hoy es el jardín de Santa Isabel. Para conectar esta nueva plaza con la vecina ‘plazuela de Los Gatos’ (hoy también desaparecida por el paso de la Gran Vía), se remodeló por completo el palacete, que incorporó su popular arco, que a partir de ese momento, conectaría ambos espacios urbanos del casco histórico.
Lo que queda de aquel inmueble, es una (burda) recreación contemporánea de lo que fue el arco original que formaba parte de la vistosa casa palacio, la cual fue execrablemente derribada en los años 50, con motivo de la apertura de la Gran Vía, que atravesó y destruyó el casco histórico de la ciudad. Con el paso de los años, aquel ‘urbanismo del progreso’, acabó siendo un crimen. Esos especuladores, canallas, paletos, antepusieron el enriquecimiento económico a cualquier otra cosa, y el resultado fue más que desastroso para nuestra ciudad. ¡Qué época tan oscura del urbanismo en España!