Real Casino de Murcia, volumen 3. El Salón de Baile (Calle Trapería, 18). Con el permiso del sobresaliente patio Árabe de entrada, esta es la dependencia más artísticamente notable del excelso conjunto de arquitectura ecléctica que en el siglo XIX-XX construyó esta institución de la alta burguesía murciana, como lugar para sus elitistas reuniones sociales.
La brillante estancia es un gran espacio de doble altura en estilo neobarroco, terminado en 1875, y llevado a cabo en la primera fase de construcción del conjunto, siendo por tanto la estancia más antigua de las que hoy conforman el inmueble. Destacan las pinturas del techo, alegóricas de la poesía, la pintura, la música y la arquitectura. En las esquinas, los medallones con los retratos de cuatro de los más ilustres murcianos de la Historia, atribuidos al pintor mazarronero Domingo Valdivieso, representando a: Don José Moñino y Redondo, el archiconocido Conde de Floridablanca; el genio, universal, eterno escultor barroco Francisco Salzillo; el pintor Nicolás de Villacis, discípulo estrella de Velázquez; y Julián Romea, sobresaliente actor español del teatro romántico del siglo XIX.
Del mismo modo, uno se maravilla con las cinco chispeantes lámparas de bronce fundido con baño de oro, adornadas con mil ochocientas piezas de cristal de Bacarat, fabricadas en París para el palacio imperial de Maximiliano I de México, siendo finalmente compradas por la Sociedad del Casino para esta estancia. Curiosamente son las primeras que funcionaron con luz eléctrica en la ciudad.
Cualquiera que conozca o haya visitado el magno palacio parisino de Versalles, y más concretamente su Salón de los Espejos, habrá intuido que este espacio fue la gran inspiración del arquitecto murciano José Ramón Berenguer, el autor de su versión murciana. ¡Qué emocionante imaginar cómo se desarrollaba una de las lujosas fiestas que aquí se celebraban!