#BienesMueblesCatalogados, volumen 21. El Lavatorio (Juan González Moreno, 1952. Museo Cristo de la Sangre).
La escena representa el momento, narrado en el Evangelio de Juan, en el que, durante la Última Cena, Jesús se levantó de la mesa, se quitó el manto y se ató una toalla a la cintura. Tras echar agua en una jofaina, se puso a lavar los pies a sus discípulos (Pedro, Juan, Santiago el Mayor, Santiago el Menor, Andrés, Mateo, Felipe, Bartolomé, Judas Tadeo, Simón, Tomás y Judas Iscariote) a quienes el escultor distribuyó hábilmente en torno a la mesa, consiguiendo una armoniosa y bella composición, llena de movimiento y detalles.
De las trece magníficas esculturas destaca, en mi opinión, la que representa a Jesús en majestuosa y serena posición de pie, su melena y los pliegues tallados de la túnica y la toalla le dan una gran naturalidad y realismo. Sobresale también: la expresión de sorpresa de San Pedro y San Andrés; el sereno San Felipe desatándose la sandalia; la excelsa talla de la túnica de San Bartolomé; o mi preferido, Santiago el Menor con sus brazos abiertos expresando gran sorpresa ante el humilde acto de su maestro, siendo la talla de mayor teatralidad. Judas Iscariote, en un guiño a la última cena de Salzillo, es representado con cabello pelirrojo y túnica amarilla, ya con las monedas de su traición en un bolsito que avaraciosamente agarra con su mano.
Este paso sustituye al homónimo del escultor Juan Dorado Brisa, realizado en 1904 y destruido en la Guerra Civil. González Moreno, tras ser una pieza fundamental en la salvaguarda y restauración del patrimonio artístico destruido durante la Guerra, romperá con la estela de la escuela salzillsesca introduciendo en la imaginería murciana el aire contemporáneo de la Europa de su tiempo, con influencias de artistas como Manzú o Giacometti. Este insigne aljucereño es considerado, para muchos, el mejor imaginero murciano del siglo XX.