Hoy el Diario.es se hace eco de una entrevista que me realizó el periodista Aldo Conway sobre la destrucción del patrimonio histórico en la ciudad de Murcia, ¡espero que os guste! <3
Podéis leerla aquí:
“(…) A la lectura académica de Alberto Barcelona se suma la mirada de José Carlos Ruiz, arquitecto y divulgador de patrimonio a través de la cuenta de Instagram @edificioscatalogados, donde comparte con sus seguidores diversos ejemplos de arquitectura civil e histórica. Su trabajo combina rigor técnico y vocación divulgativa, lo que le ha convertido en una voz de referencia para entender cómo se ha transformado el paisaje urbano murciano. Ruiz insiste en que la demolición de edificios históricos no fue una anomalía aislada, sino el resultado de haber entendido, con consecuencias nefastas, que desarrollo y conservación eran términos incompatibles.
En aquella época, explica, lo antiguo se asociaba a lo viejo y a lo obsoleto, un estorbo frente a planes urbanísticos agresivos que, tras años de economía deprimida en la posguerra, encontraron vía libre. Coincide con Barcelona en que la ciudad de Murcia fue un caso extremo dentro del Levante español, donde el “progreso” se aplicó con más contundencia que en otras regiones, y recuerda las palabras del arquitecto Fernando Chueca Goitia, que calificó la apertura de la Gran Vía como un “robo con asesinato” a una de las ciudades mejor muradas de la península.
Donde amplía el análisis es en el papel de los actores sociales. Más allá de los políticos locales, Ruiz señala la responsabilidad de los propietarios que abandonaron Murcia y vendieron sus palacetes para sustituirlos por bloques anodinos, así como la de la Iglesia, que impulsó operaciones como el derribo del claustro gótico de la Catedral. A esa cadena de negligencias se sumó la pasividad de una sociedad que no supo reconocer el valor —también económico— de preservar su patrimonio.
Ruiz añade otro matiz al diagnóstico de Barcelona: la incapacidad del Estado de garantizar la conservación de espacios clave como Monteagudo. “Si los propios murcianos no han sabido valorar su patrimonio”, sostiene, poco puede exigirse a la administración central. Con todo, reconoce esfuerzos recientes como la rehabilitación del Castillejo gracias al programa del 2% cultural, que demuestra que las herramientas existen si se aplican con voluntad política.
En su valoración más dura, Ruiz considera que la destrucción del casco histórico ha borrado buena parte de la identidad urbanística de la ciudad. Ya no se trata solo de la pérdida de joyas como el Contraste de la Seda o el Palacio de los Vélez, sino de la ruptura del trazado medieval y de la escala urbana, sustituida por edificaciones desproporcionadas para la estrechez de las calles. Esa fractura, advierte, ha hecho que la Murcia anterior al siglo XX resulte hoy apenas reconocible.
De cara al 1.200 aniversario, plantea dos prioridades: preservar y poner en valor la Huerta de Murcia como paisaje cultural único y, a la vez, garantizar que la arquitectura actual se construya con calidad, consciente de que será el patrimonio del futuro. “La arquitectura es buena o mala independientemente de su edad”, resume, recordando que el reto está tanto en cuidar lo que sobrevive como en edificar con criterios que las próximas generaciones puedan reconocer y sentir como propios.”