Catedral de Santa María, volumen 17: la ‘Casica’ de las Ánimas (plaza de Los Apóstoles, s/n) es uno de los pocos ejemplos de estos primigenios “tanatorios” que hoy conservan su arquitectura, aunque no su uso, en la ciudad de Murcia. Su función original fue la de albergar el espacio en el que los difuntos eran velados mientras aguardaban su traslado al camposanto, tras la celebración de las misas por sus almas. Surgieron como respuesta a la necesidad de albergar los cadáveres que, por razones lógicas de higiene y salubridad, no debían acceder a los templos.
Cada una de las once parroquias viejas: San Lorenzo, San Juan Bautista, Santa Eulalia, San Miguel, San Bartolomé, San Nicolás, San Pedro, San Antolín, San Andrés, Santa Catalina y Santa María; y hasta tres de los conventos de la ciudad: Clarisas, Capuchinas y Carmelitas, tuvieron la suya propia. Hoy podemos reconocer algunos, como son los del convento de Santa Clara, que compartía espacio con su portería; o la de la parroquia de San Lorenzo, que reformada e irreconocible, hoy alberga la casa parroquial.
La de Santa María, anexa a la Catedral, se construyó en el último tercio del siglo XVIII, momento en el Cabildo cedió a la cofradía de las Ánimas del Purgatorio (llegaron a existir hasta veintiséis de estas cofradías en Murcia y su huerta) el espacio que ocupa, entre la puerta de los Apóstoles y la renacentista capilla de Junterón.
De su arquitectura destaca su robustez en piedra, ya perfectamente mimetizada en su entorno, apenas aliviada por cuatro pequeños huecos, y su curiosa ‘puertecica’ y ventanuco de carpintería azul de la fachada de entrada. Tan popular llegó a ser esta, que robó protagonismo y nombre a la gran puerta gótica, que fue conocida como Puerta de las Ánimas durante largos años. Aún hoy, la Hermandad de las Benditas Ánimas de Patiño suele cantar a las puertas de esta casa en la noche de los fieles difuntos, en honor y recuerdo al uso original para el que sirvió.