La acequia (Ramón Gaya, 1977. Museo Ramón Gaya). La historia del excelso pintor murciano Ramón Gaya está ligada a la Huerta de Murcia, donde nació y creció. De padres catalanes, sus primeros pasos en la pintura fueron de la mano de los pintores vanguardistas murcianos Pedro Flores y Luis Garay, amigos de la familia. Fielmente comprometido con la República, marchó al exilio tras la Guerra Civil, viviendo en México, París o Roma. Entre su extensísima obra se encuentran acuarelas, óleos, dibujos a lápiz, carteles, etc. Su museo se inauguró en 1990, con una importantísima donación que el pintor hizo a su ciudad para ser expuesta en el antiguo palacio de los Palarea, en la plaza de Santa Catalina.
El agua es un elemento clave dentro de su obra: lo vemos en los cuadros en los que aparecen vasos, copas y jarrones, auténticos iconos de su pintura; también en el agua del mar, representada en los bellos paisajes marítimos de Altea o Venecia; pero especialmente lo vemos en su ‘agua natal’: la de las acequias, azarbes y brazales, el agua verde del río que se distribuye por las venas de regadío hasta bañar las huertas de su niñez.
Además de un gran pintor, este ilustre murciano fue un relevante escritor. Así, una vez escribiría:
“(…) creo que son muy definitivas las primeras sensaciones que se tienen, se venga de la raza que se venga (…) las sensaciones primeras que se tienen de niño… Para mí el agua, la sensación de agua para mí, no es la que puede tener un gallego o un asturiano, un agua que se va entre las piedras. No, para mí el agua es la acequia”.