La Murcia Desaparecida, volumen 53: casa-torre de Romo (actual plaza del Cristo del Rescate).
Casi enmarcando la elegante portada lateral del templo de San Juan Bautista, la calle de la Soledad fue una de las estrechas carreras del barrio del mismo nombre, el que fuera el primer asentamiento cristiano tras la conquista de la medina islámica en el siglo XIII.
Es curioso observar como la azarosa evolución urbanística de las ciudades va creando plazas tras derribos de inmuebles o manzanas de ellos: así ocurre con la plaza de Santa Isabel, por ejemplo, que surgió en 1836, tras el derribo del convento de monjas franciscanas dedicado a esa santa; o la popular plaza de las Flores, la cual surgió en el siglo XIX tras la demolición de lo que fuera la Real Carnicería, el principal mercado de carne de la ciudad hasta ese momento.
De la imagen destaca, más allá del romanticismo de poder disfrutar de una coqueta calle de la vieja Murcia que se fue, el altar en el chaflán de la calle Soledad con la histórica calle Corredera (actualmente calle Simón García), lleno de flores y lamparitas, acaso dedicado a la Virgen de la Soledad por encontrarse en su calle; acaso a San Juan Bautista; acaso al Cristo del Rescate, principal devoción del barrio y quien da actualmente nombre a la plaza que sustituyó a este conjunto.
Una vez derribada la manzana en los años 80 del pasado siglo XX, afortunadamente, el último tramo de la calle Soledad sigue vivo para recordarnos su existencia. Un ejemplo más de la vital importancia de respetar la toponimia tradicional del callejero.