#CallesDeMurcia, volumen 27. Calle Agustinas.
La calle Agustinas guarda relación directa con la construcción del vasto convento barroco del Corpus Christi, de monjas de la Orden de San Agustín, el más grande de los monasterios urbanos murcianos. La calle bordea el edificio por su flanco este, uniendo la plaza del mismo nombre, situada delante de la preciosa iglesia, con la calle Santa Cecilia, llamada así por la maravillosa escultura de la patrona de los músicos, obra de Roque López, que se custodia dentro del templo agustino. Un último tramo de esta vía enlaza con la calle Baeza.
Cuando las Agustinas llegaron a Murcia a comienzos del siglo XVII, se instalaron en las inmediaciones de la ermita de San Ginés, en el actual barrio de San Antolín. Sin embargo, pronto adquirieron una serie de casas en su actual ubicación, en San Andrés, junto a la calle Santa Cecilia. Más adelante, a finales del mismo siglo, construirían un segundo cenobio, más grande y cómodo, que se vio asolado por diferentes riadas y que pronto quedó pequeño por el gran número de vocaciones que este popular convento tuvo en esos años. Finalmente, en 1729 de concluyen las obras del tercer y definitivo monasterio, el barroco que vemos hoy, el cual dio su forma definitiva a la calle que lo bordea.
La calle Agustinas, por tanto, tomó su actual fisionomía en el siglo XVIII, cuando el monasterio adquirió su definitiva forma. Hasta entonces, la zona noroeste del antiguo arrabal de la Arrixaca había permanecido como un área no urbanizada de pequeñas y dispersas edificaciones entre la muralla norte y la vecina plaza de San Agustín, donde se levantaba entonces el convento masculino de la misma orden, y que hoy conocemos como parroquia de San Andrés.