Catedral de Santa María, volumen 13. Capilla de la Inmaculada (plaza del Cardenal Belluga, s/n). A comienzos del siglo XVII, el entonces obispo franciscano de la Diócesis de Cartagena, Don Antonio de Trejo (que fue, por cierto, embajador de España en la Santa Sede), decide construir una suntuosa capilla, la primera catedralicia de España dedicada al misterio de la Inmaculada Concepción de la Virgen. Está ubicada en el trascoro (el muro que separa y “cierra” la parte trasera del coro, que es la zona reservada al gran órgano, y al canto de los oficios divinos), un lugar más que privilegiado puesto que está situado inmediatamente después del acceso principal del templo catedralicio. Hasta ese momento, en este lugar había estado situado un trascoro anterior donde se veneraba la imagen de la Virgen de las Fiebres, la misma talla que se rebautizó en el siglo XVIII como Virgen de la Fuensanta, y es hoy nuestra patrona.
Diseñada en un exquisito primer estilo barroco, tiene una clarísima influencia italiana, sobre todo en el uso de la policromía del mármol, con esos tonos verdes y rojizos tan llamativos en contraste con la piedra. La imagen de María, talla en madera policromada del primer tercio del siglo XVII, llegó de la corte de Madrid para ocupar su lugar central. Como curiosidad, os gustará saber que además de trascoro, este lugar fue concebido como el gran panteón familiar de los Trejo (obispo y familia), y como un gran altar repleto de relicarios, entre los que se encuentra un pelo de la barba de Cristo, o una pluma del ala del Arcángel San Gabriel. Como te lo digo.
Lo que sobresale en la parte superior es el portentoso órgano neogótico del coro, de una más que prestigiosa fama internacional por su impecable sonido. El resultado es un conjunto muy rico y vistoso, y una de las capillas estilísticamente más interesantes, por única, del templo.